Los Reyes Magos: Un negocio ruinoso. ¿O no?

Pasadas ya las Navidades, y vueltos a la cruda realidad, no se muy bien por qué me ha sobresaltado un pensamiento extraño.
Imagina que alguien te ofrece invertir en una compañía que concentra todo su negocio en una sola noche al año. En esta noche, desde que los niños se van a la cama hasta que despiertan sobre-excitados a las 7 de la mañana debe generar todas sus ventas. Para complicarlo aún más, la distribución debe hacerse puerta a puerta, o mejor dicho personalizando la entrega en el salón y junto a los zapatos. No fabrica nada. Sólo compra y distribuye.

A priori, se me ocurre un rechazo a la inversión… Veo problemas de circulante, los regalos deben comprarse mucho tiempo antes de su distribución, de su picking, de envolverlos de acuerdo con los hábitos de los clientes. Sin duda un problema serio de tesorería. En cuanto a la estacionalidad, toda la distribución concentrada en una noche… No estoy seguro de si habrá una forma de gestionar esta plantilla, el alta en la Seguridad Social de miles de personas para el almacén, distribución, etc. Los costes de formación para una sola noche de trabajo…
Bueno, vale, todos sabréis ya que me refiero a los Reyes Magos. Ante esta perspectiva de «negocio» yo no hubiese invertido. Y sin embargo son una «empresa» con 2000 años de antigüedad… Es cierto que no conozco su cuenta de resultados, pero no debe ser mal negocio cuando hace menos de 100 años les salió una competencia vestida de rojo, y recientemente algunas más…
¿Cómo se puede hacer que un negocio así sea «rentable»?
Se me ocurren varios motivos por los que esto ocurre:
  1. La misión y visión son claras, coherentes y constantes a lo largo de siglos. Todos los empleados las conocen al dedillo, las comparten y las han hecho suyas. Generan ilusión. La Dirección a pesar de ser extraña (hoy en día no se estilan los triunviratos) esta perfectamente coordinada, alineada. Algunos son más de Melchor, otros de Gaspar y otros de Baltasar, pero todos respetan a los tres y nunca se ha oído criticar sus decisiones.
  2. La plantilla que se ocupa de comprar, envolver, almacenar, presentar, etc. tiene probablemente el grado de motivación más alto que podemos imaginar: Hacer felices a sus hijos. Su compromiso con el «negocio» es extremo. Se desplazan a completar los «pedidos» en medio de la noche. Y son capaces de pasar una hora montando la nave espacial de LEGO con más de 500 piezas todas iguales (sólo superado por un mueble de Ikea).
  3.  La organización de la «compañía» tampoco tiene desperdicio… Se ha descentralizado completamente la gestión de manera que dos «empleados» se ocupan de la recogida de pedidos, la compra, etc. Manejan sus finanzas como si el «negocio fuera suyo». Toman decisiones al nivel más bajo. Orientan todas sus decisiones cada instante al objetivo: La felicidad de sus hijos.
  4. El marketing es modélico, basta con ver una silueta de tres ancianos montados en camello para que todos sepamos lo que ocurre. Su entrada en cualquier pueblo o ciudad desata la alegría total en los clientes que perciben valor incluso cuando no reciben el pedido que solicitaron.
Y seguro que se pueden escribir muchos otros por los que se repite cada año… Ah bueno si, ¡que son Magos!

Hace tiempo cayó en mis manos un libro titulado «Ponga Magia en su Empresa» de Lee Cockerell, en el que describen las estrategias de sentido común desarrolladas en Walt Disney. El primer capítulo comienza con el principio que se enseña a todos los que trabajan en el World Resort: «No es la magia lo que hace que todo funcione sino que es nuestro modo de trabajar lo que origina la magia.»

Pues eso, como los Reyes Magos. Y tan distinto a nuestras empresas…