Después de un periodo en el que por varios motivos hemos permanecido en silencio en nuestro blog, retomo hoy la actividad «blogera» con una entrada un tanto ligera (que ya vendrán en las próximas semanas entradas más profundas…).
La chispa que ha encendido esta nueva entrada es una nueva lucha con mi friegaplatos (ver Historias del verano). Esta vez el problema fue que la puerta no cerraba bien y el interruptor que detecta que está cerrada no se activaba. Después de varias horas destripando el friegaplatos, descubrí que era simplemente uno de los tornillos que fijan la puerta a la tapa exterior…
Y eso me recordó una anécdota que escuché hace años. Nuestro protagonista llamó al servicio técnico de su lavadora para repararla. El técnico llegó, en un minuto diagnosticó el problema, sacó un destornillador y apretó un tornillo. El aparato comenzó a funcionar. Preparó la factura, que ascendía a 80 Euros y se la entregó al dueño. Este indignado dijo: «¡¡¡NO HA TRABAJADO USTED NI DOS MINUTOS Y ME QUIERE COBRAR 80 EUROS!!! ¡No le acepto la factura!» El técnico sacó una nueva nota en blanco y escribió:
– Por apretar un tornillo …………………………. 0,50 Euros
– Por saber qué tornillo apretar ……………… 79,50 Euros
TOTAL ………………………….. 80,00 Euros
y le entregó la nueva factura al propietario. Este avergonzado, la pagó al momento.
Y esto nos ocurre continuamente. Lo difícil no es tomar la acción, sino saber qué acción tomar.
El primer paso para aplicar mantenimiento preventivo a una instalación es «poner a cero» la instalación. Limpiar, engrasar, poner todos los tornillos, montar los rodamientos de fábrica, etc. Y esto muchas veces causa un problema en los técnicos de mantenimiento que opinan que no es necesario… Sin embargo, en multitud de casos me he encontrado que un tornillo que parece inútil es en realidad el causante del mal funcionamiento…
PS.- Para aquellos que se pregunten la razón de la foto de esta entrada, es simplemente porque es un gran libro en el que se explican los «por qués» de algunas cosas cotidianas. Su autor, Len Fisher, dice en el prólogo:
Y aprovecho para otra cita, esta vez de Heisenberg: